Supermercado español: curiosidades, diferencias y precios
Uno de los primeros gustos que me doy al llegar a un lugar nuevo y desconocido es ir a un supermercado o mercado, sea en Mercedes o en Hong Kong. Allí, puedo imaginar todas las cosas que en ese momento no voy a comer pero ojalá en algún momento sí. Puedo imaginar en qué orden las comería y cómo cocinaría cada una de ellas. Puedo intentar empezar a entender y conocer cómo y de qué se alimentan los locales y sobre todo, perderme entre la diversidad de alimentos que me excitan y marean a la vez, que me generan hambre y deseo, envidia por no tenerlos cada día y felicidad por estar encontrándolos en ese momento. Y los buenos supermercados españoles, en este caso de las afueras de Madrid, son uno de los mejores parques de diversiones a los que pueda ir. Por supuesto, los buenos mercados tienen mejores productos y demás, pero debemos admitir que el consumo masivo todavía pasa por los supermercados, que la mayoría no tiene acceso a mercados surtidos y de calidad, ya sea por cercanía o por precios.
Sin caer en productos de lujo o suntuosos bastante innecesarios, lo que intento es buscar aquellas cosas que no habría ningún impedimento de que hubieran en supermercados argentinos; que las materias primas y las posibilidades están, solo faltan voluntades, intenciones. Lo que sí sobran son planes, congelamientos, controles sin resultados, inflación y sobre todo: sobra miseria, sueldos aberrantes, poderes adquisitivos inviables; tristeza. Y esa tristeza se ve en las góndolas, en las posibilidades de la mayoría en comprar alimentos y en una oferta a gran escala cada vez más acotada. La variedad y la calidad se ha vuelto más elitista que nunca, solo se encuentra en pequeños lugares destinados a una cierta clase pero, para el consumo masivo solo quedan, en general, los productos mediocres y la oferta escasa.
Para tener una noción básica, el sueldo promedio en España es casi unas nueve veces más alto que en Argentina. Con esto, no quiero decir que se viva mejor o peor o hacer una exaltación de la fuga o la migración, es simplemente un número para no suponer que los precios de los alimentos y los productos deberían ser iguales en términos absolutos. Ya que, si pensáramos en términos relativos un alimento debería valer nueve veces más en España que en Argentina para igualar poder adquisitivo y esto no sucede ni de cerca. Algunas cosas, dependiendo su calidad valen el doble o el triple pero muchas, valen lo mismo o incluso menos, en términos absolutos.
Más baratos algunos básicos como el agua y el papel higiénico
Algunos productos básicos son más caros, incluso en términos absolutos, en Argentina que en España. Algunos de ellos son nada más ni nada menos que el agua y el papel higiénico. En España cuesta 0,23 Eur –$92– la botella de litro y medio y en Argentina, el agua mineral de Precios Justos de litro y medio $113. El papel higiénico Felpita hoja simple por 12 rollos cuesta $1275 en Coto, siendo de los más baratos; y en España, 12 rollos de hoja doble cuestan 2,55 Eur –$1020–.
Si habláramos en términos relativos casi todo es más caro en Argentina –para no decir todo– sin hacer énfasis en la calidad de los productos. Pero algunos que me llamaron la atención especialmente son la leche que cuesta 0,90 Eur y en Argentina ronda los $200, como si no tuviéramos vacas y tambos. Pero aquello que me pareció aún más ridículo es el costo de algo supuestamente muy argentino: los alfajores Mardel de dulce de leche –0,59 Eur cada uno y son bastante dignos–. Un precio no muy lejano a lo que cuesta un Terrabusi clásico en un mercado plagado de oferta. ¿Puede ser que hasta un alfajor de dulce de leche cueste –en términos absolutos– casi lo mismo en España que Argentina cuando un argentino gana nueve veces menos que un Español y el mercado de alfajores es ínfimo?
Variedad de papas para cada preparación
Dependiendo de la preparación, es ideal usar papas con más o menos humedad, con más o menos almidón, según el resultado buscado. Por ejemplo, para una fritura se necesita una papa muy distinta a la de un guiso o potaje. En la Argentina solemos encontrar solo papas del tipo spunta: una papa no muy buena para fritura por tener mucha humedad, sobre todo después del mes de junio a raíz de las heladas. Debería haber al menos dos o tres variedades a disposición para su consumo masivo. Más allá de eso, el kilo de papas en esté momento cuesta lo mismo en Argentina que en España.
Panificados comibles y variados
Los panes que podemos conseguir en supermercados son realmente malos, baguettes que duran un respiro antes de ser cascotes, facturas que mejor perderlas que encontrarlas y poco más. La oferta es escasa y mala. En España suele haber al menos cuatro tipo de baguettes o barras de pan distintas bastante dignas –según gustos y precios– y muchos otros estilos de panificados. No puede ser tan difícil ofrecer un pan comible, es el mínimo de respeto que nos merecemos los consumidores. Como curiosidad, entre los panes lactales se ofrecen aquellos ya “sin corteza” o los “cruapan”: “cruasán por dentro, pan por fuera” -no digo que sean buenos-.
Quesos más allá de la vaca variados y a precios posibles
Los quesos se transformaron en un artículo de lujo. Pese a que en los últimos años en la Argentina brotaron muy buenos quesos de pequeños productores, todavía poco accesibles –por precio y disponibilidad– para el gran público. Los quesos de supermercado suelen ser unos pocos quesos de vaca industriales y caros, las excepciones son contadas y bienvenidas. Ni hablar de la oferta de quesos más allá de la vaca, no hay razón para que los quesos de oveja o cabra –en un país como el nuestro– no sean accesibles y variados: curados, semi curados, en fetas, frescos, para rallar, todas las opciones y a todos los precios. Falta mercado dirán, pero la oferta genera su propia demanda.
Calidades de carnes y variedades de cortes y picadas
Seremos el país de la carne y quizás, sea de las pocas materias primas que seguimos pudiendo comprar a precios sensatos, a precios que se condicen medianamente con nuestro poder adquisitivo o en relación con casi todo el resto del mundo, mucho más barato. Sin embargo, la carne suele ser simplemente: novillo o novillito. Ni vacas de distinto origen, ni vacas de distinta raza, ni carnes tratadas distinto, ni tamaños muy disímiles, ni demasiados cortes de cerdo, ni demasiadas opciones de casquería, ni carnes picadas de otros animales o mezcla de ellos. Explotemos mejor la materia prima y las posibilidades que tenemos.
Yogures, variedad y buen precio y mantecas saladas
Por qué, pese a ser un país lechero, no tenemos buenos yogures a precios amables, los pocos que hay son más caros que en España. El precio por kilo de el yogur Beaudroit –un buen yogur que se consigue en supermercados– es de $1388 y un yogur similar cuesta unos 2,5 Eur –$1000– en España. Más allá, de una variedad infinita de opciones a muchos a precios. Otro elemento que no tendría por qué no haber es manteca salada, algo tan simple que aún no se comercia en nuestro país.
Caldos listos y legumbres variadas de buena calidad para salir del apuro
Solo contamos con caldos en cubitos deshidratados y no, con caldos ya preparados que se ofrecen en cartones listos para usar, muchos de ellos, naturales y de buena calidad. Una buena opción para salir del apuro si no tenemos tiempo de hacer un rico caldo. Una gran alternativa, simple y que no tenemos. Tampoco contamos con una buena variedad de legumbres –un gran alimento que deberíamos adoptar y consumir mucho más–. En España se ofrecen en frascos de vidrio para ver su calidad al elegirlas. Otra buena opción para salir del apuro.
Productos de cercanía y aclaraciones de origen
En algunos supermercados españoles se aclara el origen de la materia prima –verduras, carnes, pescados, etc– e incluso, a cuántos kilómetros de allí fue producido o recolectado ese alimento. Una medida interesante para fomentar el consumo de alimentos de cercanías –lógica plant based–. De igual manera, en las etiquetas de los pescados, por ejemplo, aclara de qué manera fue capturado –qué tipo de pesca– y dónde. Para un mayor respeto por el producto es bueno saber de dónde vienen y cómo llegaron hasta allí. Ni hablar de los DIEZ tipos de tomates que ofrecían ayer en el Carrefour.
Góndola de productos que estén por vencer a mitad de precio
Una gran idea donde todos nos beneficiamos para reducir el desperdicio alimentario: poner en un mismo sector todos los alimentos prontos a vencer con buenos descuentos. En Argentina se practica muy tímidamente y con descuentos que no son realmente considerables que justifiquen el apuro por comerlos.
Variedad de especias
Nuestra cultura gastronómica en lo que respeta a especias es tímida y conservadora: orégano, romero, ají molido, comino y poco más. Y los supermercados responden a esa oferta y ofrecen una corta variedad de ellas. Ni ajíes picantes, ni mucho menos buenas especias en grano o en sus vainas. En general, ya molidas o disecadas que nunca largan los mismos aromas que si uno mismo las machacara en el momento.
Ni hablar de la variedad y calidad y cantidad de fiambres y pescados
Mejor no hablar de ciertas cosas. Las pescaderías son un rubro que casi ha desaparecido de los supermercados argentinos, han quedado espacios tristes con una oferta escasa y de poca calidad. Solo congelado se suele encontrar pescado más decente. Otra cuestión similar sucede con los fiambres, tan en boga en el último tiempo pero, al igual que los quesos, solo disponibles de lugares particulares y a precios alejados de lo masivo. Ojalá esta nueva cultura de buenos fiambres se asiente y masifique para que puedan llegar a todos al mismo precio que los fiambrines, paletas y salchichones que tan poco saludables son.
Bonus track:
Más curiosidades
Tortillas que te hacen en el momento: podes pedirlas con o sin cebolla, con o sin jamón y al punto que quieras -siempre jugosas-.
Los helados de dulce de leche son de origen norteamericano: Haagen Dazs.
Suele haber siempre orquídeas en flor a unos $3500.
Te cortan a mano el jamón que elijas: a veces hay hasta diez patas a disposición para dudar y dudar y difícilmente poder pagar alguna.