Las historias, formas, características y dónde probar las grandes pastas rellenas del mundo. Asociamos a la idea de pasta rellena con sus variantes italianas y sobre todo, a los ravioles, pero casi cada gran cultura creó o adoptó alguna pasta rellena como propia. Hay decenas de ellas desperdigadas por el mundo que deben ser descubiertas y saboreadas. Tales como los jiaozi chinos, los momos tibetanos, los manti turcos y los mandu coreanos, los pelmeni rusos o los pierogi polacos, entre tantos otros.
El lejano oriente es la meca de las salsas adictivas, de los realzadores de sabor repletos de umami, de todo eso que nos hace tener ganas de comer y seguir comiendo. La salsa de soja suele ser la única salsa asiática que todos tenemos en la heladera o la despensa, pero esto se trata de ir más allá, dar un primer paso en el infinito mundo de las preparaciones asiáticas, en la base de ellas y de sus sabores increíbles: sus salsas.
Acá te propongo salir, disfrutar del verano porteño a través de sus calles pero también de sus sabores, sus olores y sus productos; patrios y de cada rincón del mundo que quiso poblar la República Argentina. Paseos por los barrios porteños, por sus mercados, sus negocios y sus restoranes. Recorridos a pie caprichosos; los que yo haría para probar cocinas, entender mundos y conocer cosas nuevas –o no tanto–. Tanto para pasear como para comprar productos o sentarte a comer. Cinco muy buenos recorridos.
Los mejores ocho restoranes del Barrio Chino: cuatro de los ahora “secretos” y cuatro de los que se ofrecen "al público".
No se trata de una comida, un plato o una preparación sino, de una idea, un estilo; un concepto. Originario del sur de China –de la zona de Cantón y Hong Kong– dim sum quiere decir algo así como “pequeño bocado que toca el corazón”. Pero para decirlo de una forma más simple, dim sum es cualquier pequeña porción de comida que se ingiera junto a un té –en un contexto chino, por supuesto, no vale una tostada con dulce de leche en casa–. Dim sum es el concepto culinario chino que más se expandió por occidente en los últimos años y solo tiene un verdadero exponente en Buenos Aires: Royal Mansion.
Para un cocinero el mercado es la juguetería y el Barrio Chino, un parque de diversiones. La ansiedad y la alegría por querer probar todo se apoderan de uno y acabas mareado por las góndolas repletas de emociones en forma de alimentos. La mitad de la heladera debería destinarse a los productos que allí se encuentran: desde una pitaya hasta una langosta, desde un curry japonés hasta un aceite de oliva italiano, desde un té chino hasta unos corazones de pollo fresquísimos. En los supermercados del Barrio Chino hay casi todo: el mejor pescado de la ciudad, la hierba fresca o seca que se te ocurra, hongos de todo tipo, salsas de todo el mundo, fideos y arroces como en ningún otro lugar; todo lo que está bien. Porque no solo ofrecen productos asiáticos, también importan productos de todo el mundo y su oferta alimentos frescos es imbatible.
Hay muy pocos restoranes chinos que realmente lo son y Xin Le Yuan Mei Shi es una joya oculta imperdible.
Conocer y aprender a usar los ingredientes básicos de la cocina más grande e interesante del mundo es el primer paso para poder reproducir el perfecto equilibrio de sabores de las preparaciones chinas.