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Mi postre favorito, la tarta de queso en casi todas sus versiones, se está imponiendo de la mano de la tarta vasca, el nuevo bocado fetiche de la mesa dulce porteña. Sus orígenes, sus versiones alrededor del mundo y dónde comer las más ricas.

La albóndiga es una gran comida que conquistó el mundo en diversas pero cercanas versiones. Tienen más de tres mil años de historia e infinitas recetas. Acá, te cuento su historia, sus orígenes, sus mandamientos para hacerlas en casa y ocho de sus variantes más famosas alrededor del mundo y dónde probar cada una de ellas en Buenos Aires.

Nueve comidas bien porteñas en sus versiones clásicas y modernas, en su receta tradicional o reversionada. ¿Cuál de los dos es cocina Argentina: la copia más fiel de su antepasado europeo o a las tradiciones criollas o aquél que se modificó y resignificó en estas tierras?

Nuevas pizzerías de Buenos Aires que valen la pena. Pese a que la pizza es un clásico argentino del siglo XX, uno de los emblemas de nuestra cocina patria luego de la oleada de inmigrantes italianos; en los últimos años hubo un nuevo despertar de la pizza, desde otro lugar, con otra filosofía y aspiraciones. La búsqueda de una pizza con otras intenciones, otros productos y otras recetas. Se amplió el abanico, llegaron estilos que no había, productos que no se encontraban y demandas que no existían hasta hace cinco años. Por eso, en los últimos tres o cuatro años abrieron en Buenos Aires decenas de pizzerías que aspiran a ofrecer eso: pizzas más allá de las clásicas porteñas de toda la vida. Muchas de las nuevas, buscan emular el estilo napolitano, pero otras, el neoyorquino o el romano o incluso, encontrar buenas reversiones modernas de la pizza porteña.

El origen de su concepto, su historia, el curioso devenir de los hermanos McDonald’s y dónde comer los mejores fast–food del mundo en Buenos Aires más allá de la hamburguesa y las grandes cadenas.

Acá te propongo salir, disfrutar del verano porteño a través de sus calles pero también de sus sabores, sus olores y sus productos; patrios y de cada rincón del mundo que quiso poblar la República Argentina. Paseos por los barrios porteños, por sus mercados, sus negocios y sus restoranes. Recorridos a pie caprichosos; los que yo haría para probar cocinas, entender mundos y conocer cosas nuevas –o no tanto–. Tanto para pasear como para comprar productos o sentarte a comer. Cinco muy buenos recorridos.

Un ave que forma parte las cocinas del mundo hace milenios, una de las pocas carnes que era consumida en América, Europa y Asia antes de que hubiera relaciones entre ellos. Un animal que nos otorga diversos placeres y casi todos ellos igual de satisfactorios: desde una carne jugosa y carnosa hasta la grasa más increíble; culturas alrededor del mundo lo tratan de formas muy diversas, casi contradictorias, y todas tienen razón. Si hay tal quorum, tal acuerdo mundial y milenario, para qué perder el tiempo en debatir.

El flan de puso de moda, se convirtió en uno de esos tantos platos de la cocina de inmigrante porteña que ahora se reversionan, perfeccionan, adoran, idolatran en tantos nuevos restoranes representantes de la nueva cocina argentina, o simplemente de, al fin: una cocina argentina. Así como el flan, es el turno de las milanesas, los buñuelos, los bifes, la pizza, los alfajores, los triples de miga o tantos otros clásicos porteños del siglo XX un poco desprestigiados durante décadas o alejados de las altas cocinas que hoy se sientan en la mesa de los grandes, los respetables; nuestros representantes en el mundo. Con o sin crema, con o sin dulce de leche, con o menos huevos, pero siempre sin agujeritos, sin esa molesta fina lámina durita, sin caramelos quemados; un verdadero flan: cremoso, untuoso, homogéneo; una seda dulce y seductora. Sus buenas versiones hoy rebalsan por las calles porteñas.

Nueve buenos y diversos lugares dónde comer en el centro porteño, de variados estilos y precios; nuevos valientes que llegaron hace poco pese a los efectos de la pandemia e históricos aguerridos que aguantaron entre un sinfín de persianas bajas. -Considero el centro desde Av. Belgrano hasta Retiro entre el bajo y 9 de julio, una definición caprichosa y necesaria-.

Buenos Aires acoge cada vez más y más culturas gastronómicas y con ellas, nosotros, los comensales viajamos a través de sus sabores. Sin embargo, todavía hay una gran parte del mundo desconocida, al menos, para nuestros paladares porteños: gran parte de África, muchas cocinas fascinantes de oriente, algunas gastronomías clásicas de Europa e incluso, la de algún vecino.

Hay muy pocos restoranes chinos que realmente lo son y Xin Le Yuan Mei Shi es una joya oculta imperdible.

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Todo cambió, a partir de ese 14 de julio de 1789 el mundo no fue igual y por supuesto, la gastronomía tampoco. La revolución que estalló por falta de comida terminó revolucionando las cocinas.

Una cocina italiana que, curiosamente, no llegó a Buenos Aires. Solo el 1,4% de los inmigrantes italianos que llegaron a la Argentina a fines del siglo XIX y principios del XX provinieron de la región del Lacio –capital Roma–. Una cocina más bien de clases bajas, con mucha menudencia, corte despreciado, fiambres no elegantes y quesos de oveja. No se trata de una “cocina de producto” despojada y elegante sino, al contrario, de enaltecer con mano y corazón alimentos baratos. Una cocina de casa, reconfortante y bastante simple de preparar. Pocos ingredientes, ricos.